El dragón Sansón tiene una vocación

-Debe ser un animal precioso -se dijo.
Pero cuando se vestía con sus botas de las siete leguas, su madre entró en su habitación
-¿A dónde vas con esas botas tan horribles? -le preguntó asombrada
-Voy a la cueva del bosque, Madre. Me han dicho que hay un dragón dentro.
-¿Un dragón? ¡Madre mía! ¿Y vas a ir sola?
-Por supuesto, mamá. Tengo todo lo que necesito, mis pantalones superelásticos, mis botas de las siete leguas, dos jerseys para el frío de las cuevas, la cerbatana adormecedora y la cámara fotográfica
-Pero hija mía, eso es trabajo de Enrique, el príncipe, tu prometido. Él es quien debe matar al dragón
-¿Matarlo? ¿Quién ha hablado de matar a una criatura tan extraordinaria? Si matamos a todos los dragones se extinguirán y las personas del futuro creerán que no existen. Lo que quiero es fotografiarlo, debe ser precioso de cerca. Además, Enrique no tiene tiempo para acompañarme porque está muy ocupado. Dentro de dos días es el cumpleaños de su madre y le está tejiendo un cojín.
-¿Tejiendo? ¡Este mundo se ha vuelto loco! -Dijo la madre colocándose un dedo en la cabeza-. Estas generaciones de hoy en día están volviendo el mundo del revés. Los príncipes tejiendo, las princesas con los dragones... ¡A dónde vamos a ir a parar!
Giorgina sonrió, le dio un beso a su madre y trató de comprender que a la pobre todo le pareciera una locura. Al fin y al cabo así es como le habían enseñado cuando era niña y las cosas habían cambiado. Ahora los príncipes podían coger hilo y una aguja para tejer porque a los pobres se lo habían prohibido toda la vida.
La princesa llegó enseguida con sus botas de las siete leguas hasta la cueva del dragón. Sabía que estaba allí el dragón porque salía humo de la cueva y porque todos los campesinos de la zona se habían mudado de casa temiendo que el dragón les quemara su hogar.
Giorgina se acercó sigilosamente a la cueva y cargó su cerbatana con un dardo adormecedor. Tenía intención de clavarle la cerbatana en el pompis para que se quedara dormido y así poderlo estudiar de cerca, tocarlo y hacerle unas fotografías... así que cargó la cerbatana, se acercó sigilosamente y se adentró a la cueva que estaba muy oscura.... al fondo de la cueva había una luz intermitente. Giorgina sabía que allí encontraría al dragón que respira fuego y por eso la luz se apaga y se enciende. Se apoyó en una pared tras la cual se encontraba el dragón y se asomó un segundo viendo de lejos al pequeño animal escamado. Se llevó la cerbatana a la boca y volvió a asomarse para dispararle al dragón pero cuando miró para apuntar, vio que al pobre dragón le brotaban de los ojos unas lágrimas que cuando caían al suelo se convertían en diamantes.

A Giorgina le dio mucha lástima ver al pobre dragón llorando y en vez de dispararle la cerbatana, se acercó a él y le preguntó.
-¿Por qué lloras dragón?
El dragón no sabía que se encontraba la princesa Giorgina y se asustó tanto que echó para atrás y tropezó con una roca cayendo panza arriba y al caer se le escapó una llamarada de fuego que encendió todo el techo de la cueva. Giorgina no se asustó pero un murciélago que estaba echando la siesta en el techo sí que se llevó un buen susto y salió pitando.
-Lo siento, dragón, no quería asustarte. ¿Te ayudo para levantarte?
-Gracias, ya me levanto yo. Perdona por el fuego... me sale solo. Y en ese momento volvió a salirle otra lágrima de cristal de su ojo derecho.
Al ver tan triste al dragón, Giorgina, apenada por él, trató de hacerle una gracia.
-¡Yo soy Giorgina! Tan fresca como una mandarina... ¿y tú?
-Yo soy Sansón... tan... tan... para qué nos vamos a engañar... tan fiero como un dragón -y volvió a entristecerse el dragón.
Giorgina se acercó a Samsón y le acarició el morro para que sintiera un poco de consuelo.

-Porque me he enfadado con mi madre.
-Pero ¿Cómo ha sido eso?
-Es que no me entiende, Giorgina y no hacemos más que discutir.
-Pero ¿qué te ha pasado?
-Pues que ella quiere que incendie aldeas, que queme los bosques, que caliente las aguas de los lagos porque dice que eso es lo que hacen los dragones... pero a mí eso no me gusta, no es mi vocación. Yo quiero hacer otra cosa.
-Y ¿qué cosa quieres hacer, Sansón?
Cuando Giorgina le hizo esa pregunta, a Sansón se le iluminaron los ojitos y de esas lágrimas en forma de perlitas de cristal que le asomaban por los ojos, que todavía no habían rodado por sus mejillas, nacieron dos arcoiris preciosos.
-¡Yo quiero ser bombero! - Le dijo el dragón entusiasmado. ¡Quiero ponerme un sombrero rojo, llevar una manguera de agua y echarla en las casas que se queman! Quiero salvar a las ancianitas atrapadas en las casas quemadas, montarme en un Coche de Bomberos y quiero rescatar los gatitos que se suben a los árboles y luego no saben bajar. Pero mi madre tiene razón... resulta que como soy dragón, tengo que hacer lo contrario y si voy a la Academia de Bomberos se van a reír de mi.
-Al contrario... tú serías la persona perfecta para apagar fuegos.
-No te burles de mí, Giorgina.
-En serio, Sansón... tú serías perfecto porque no hay nadie más en este mundo que sepa tanto como tú de fuegos y el que conoce el fuego... también sabe cómo apagarlo.
Sansón se sintió de repente tan feliz y tan lleno de alegría por lo que le acababa de decir la princesa que abrazó a Giorgina con tanta fuerza que un poco más y la aplasta (menos mal que Giorgina se había puesto dos jerseys porque tenía frío. Si no... ahora sería una loncha de princesa para sandwich).
-¡Es verdad, Giorgina! ¡Yo soy un experto en fuegos! Si se lo digo a los bomberos a lo mejor me contratan. Lo malo es que mi madre no querrá que vaya.
Otra vez se le apagó la mirada al pequeño dragón. Esta vez fue Giorgina quien le abrazó.
-No estés triste, Sansón. Tienes que comprender a tu madre. Hasta ahora, los dragones sólo quemaban bosques y a ella la educaron para quemar bosques y por eso no entiende que tú quieras apagar el incendio en vez de provocarlo. Pero si consigues entrar en la Academia de Bomberos y tu madre te ve feliz apagando fuegos, ella entenderá que eres feliz y lo que más les gusta a las madres es ver felices a sus hijos haciendo lo que les gusta. Te propongo algo: ve a la Academia, diles que te ofreces como experto en fuegos y cuando te acepten y te den la matrícula le cuentas a tu madre lo contento que estás por haberlo conseguido. No pierdes nada por intentarlo.
Sansón salió corriendo de la cueva, no sin antes darle un beso muy grande a Giorgina, se fue a la academia de Bomberos y les explicó que es un experto en fuegos. A los bomberos les pareció una buena idea tener un dragón de aliado así que lo aceptaron y cuando se sacó el título de Bombero, se lo dijo a su madre.
-¡Mamá, mamá! ¡Soy bombero! ¡Lo he conseguido!
Desde entonces Sansón es el mejor bombero de toda la Comarca. De vez en cuando se sube el camión de bomberos y va hasta el palacio a visitar a Giorgina y a darle un paseo en su coche de bomberos... y eso a Giorgina ¡Le encanta! Y Erique también se sube. Sansón les ha prometido que cuando se casen él se va a encargar de los fuegos artificiales.
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